Musicoterapia (Parte I) (continuación)
Herófilo, médico de Alejandría, regulaba la pulsación arterial de acuerdo con la escala musical y en correspondencia con la edad del paciente.
En 1284, en los hospitales del Cairo se utilizaba la música. Esta cultura nos muestra la estrecha relación habida entre la música y la sanación.
Las Sagradas Escrituras contienen pasajes que relacionan la música con la sanación. Citaremos, por ejemplo, un pasaje del Libro I de Samuel (cap. XVI) que relata lo siguiente:
"Cuando el espíritu del Señor se retiraba de Saúl, le atormentaba un espíritu malísimo. Entonces David, que era hábil en tocar el arpa, cogíala y tañíala; con esto Saúl se recreaba y sentía mucho alivio, pues se retiraba de él el mal espíritu."
El profeta Eliseo también llamaba a un tañedor de arpa para sosegarle y restituirle el don de la profecía. ver imagen 4
Estos son los testimonios históricos más antiguos sobre la eficacia de la música como terapia en estados depresivos.
La segunda etapa que encontramos es la precientífica.
Fue en la antigua Grecia donde se desarrolló una actitud racional hacia la enfermedad, ya que junto a costumbres mágicas o religiosas, encontramos ideas modernas conectadas con pensamientos racionales y científicos.
Los filósofos griegos consideraban la enfermedad como un trastorno: el orden entre el cuerpo y el alma estaba trastornado y debía ser restablecido. El equilibrio entre cuerpo y alma era salud ("Mens sana in corpore sano" expresó Juvenal). La cura racional sólo era posible si la enfermedad había sido observada y diagnosticada y hallado el remedio lógico aplicable. Algunas descripciones de enfermedades, incluidos trastornos mentales, son muy precisos desde el punto de vista clínico. Esta concepción psicosomática de la enfermedad explica por qué la música, que es orden y armonía, desempeña un papel tan importante en el restablecimiento de la salud. Aplicaron la música como un medio preventivo y curativo que debía ser dosificado, pues sus efectos sobre el estado físico y mental eran predecibles. Fue tanta la importancia que le dieron que llegaron a considerar que su uso debía estar controlado por el Estado.
A Platón y Aristóteles se les considera precusores de la Musicoterapia, que es el uso dosificado de la música. Para Platón, ésta ejercía gran influencia sobre las personas, purificando los afectos humanos, fortaleciendo la naturaleza moral del hombre y preparándolo para el bien, pero cuando se utilizaba mal podía ejercer efectos contrarios. Le concedía pues una importancia pedagógica de primer orden y la situaba en el lugar cumbre entre las artes. Así mismo la recomendaba, junto con las danzas, para combatir los terrores y las fobias. ("Quién canta, su mal espanta").
Aristóteles le da un valor médico definido al afirmar que la gente que sufre emociones no dominables, después de oir ciertas melodías, experimenta un estado de catarsis depurativa, proceso importante hacia la salud mental que también se lograba a través de representaciones dramáticas o musicales. Ejemplo ilustrativo de esta catarsis era la afirmación de que el uso de matracas musicales servía como puerta de escape para niños destructivos. También aseveró que la música no era una simple expresión de estados psíquicos, sino la reproducción real y directa de tales estados.
Los templos griegos eran lugares de trabajo y santuarios sanitarios. En ellos habían especialistas en himnos, llamados aretálogos, que atendían a los pacientes durante la enfermedad.
Esculapio, famoso médico, prescribía la música y la armonía a personas de emocionalidad perturbada y, a Pitágoras, el fisicomatemático, se le atribuye el empleo de la música para pacientes mentales (Lo llamaba "medicina musical"). Él relaciona la música con las Matemáticas y con la Astronomía, lo que influye en los tratadistas de la Edad Media que califican la armonía universal, de música natural cósmica. Junto con sus discípulos, acostumbraban a tocar la lira al levantarse para sentirse aptos para el trabajo y también la tocaban para aplacar los pesares del espíritu.
Por otro lado, los griegos observaron solamente unos pocos efectos puramente fisiológicos de la música, como por ejemplo, los producidos sobre el insomnio. Se dice que Meceana, que padecía ansiedad, recuperó el sueño con el empleo de la música de fondo y que Crísifo seleccionaba melodías especiales para que las nodrizas ayudaran a dormir a los bebés.
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