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Las plantas medicinales de la región florística mediterránea: el Garraf. (continuación)
El substrato calcáreo, del que se compone casi la totalidad del macizo, es propicio para la formación de procesos de tipo cárstico. El proceso de carstificación, es un fenómeno eminentemente químico, donde el agua (H2O) y el dióxido de carbono (CO2) atmosférico, se combinan formando ácido carbónico (H2CO3). La roca calcárea en contacto con este ácido se disuelve formando una sal, el bicarbonato cálcico soluble (CO3H)2Ca ver imagen 3 . Este último elemento es el componente principal de las rocas calcáreas del Garraf, junto con el carbonato de magnesio, que resulta ser mucho más resistente al ataque del ácido carbónico.
En este sentido, el agua de lluvia se convierte en una poderosa fuerza cinceladora del paisaje, manifestándose visualmente como múltiples e irregulares agujeros que caracterizan las rocas del macizo. Este fenómeno determina la supervivencia de especies vegetales muy concretas, capaces de vivir en un suelo de estas características.
Cuando observamos el cubrimiento vegetal de la zona del Garraf, reparamos en que su aspecto es casi invariable durante todo el año. Su verdor se debe al hecho de que la mayor parte de las plantas son perennifolias, es decir, van renovando de manera gradual y aparentemente inapreciable las hojas. Aunque florecen todas las plantas, las de naturaleza herbácea sufren una involución invernal. Sin embargo, estos cambios no son sincrónicos y, debido a que los árboles, arbustos y matas no pierden nunca la hoja, pasan relativamente desapercibidos. Estas características son las que definen la vegetación mediterránea.
De los tres tipos fundamentales en que se divide la región mediterránea, septentrional boscosa, meridional boscosa y continental en el interior de la Península, la vegetación del Garraf pertenece a la subregión meridional. Dentro de esta ocupa la zona norte, todo y que la zona interior del macizo tiene un carácter septentrional boscoso. Esta situación proporciona al territorio un alto interés por el estudio de la vegetación autóctona y de las plantas medicinales.
Se pueden encontrar plantas exóticas meridionales que tienen el límite de distribución fijado en la comarca y, a la vez, especies y asociaciones vegetales típicamente septentrionales.
La fisiología adaptativa que ha escogido la vegetación de una manera natural, nos marca dos zonas con destacadas diferencias paisajísticas: las vertientes marítimas y las tierras del interior. La primera representa el país de la maquia, el carrascal y el palmito (Chamaerops humilis) ( ver imagen 4 ), junto con el lentigo (Pistacia lentiscus), pino blanco (Pinus halepensis) y el acebuche (Olea europea variedad sylvestris).Tenemos que destacar el carrizo (Ampelodesmos mauritánica), gramínea majestuosa que puede alcanzar 3 ó 4 metros de altura y proviene de la costa del norte de África, probablemente llegó transportada por los pájaros migratorios, pasando por las islas Baleares. Hoy en día el carrizo se encuentra en una etapa consolidada de asentamiento y aunque la podemos localizar en otras zonas de Cataluña, no es con la frecuencia con la que se da en las tierras del Garraf.
Otras comunidades vegetales que se encuentran son el carrascal, matas de romero (Romarinus officinalis), ver imagen 5 brezo (Erica cinerea L) y los prados sabanoides. En las costas, la vegetación rupícola y la de los barrancales es muy común, como el té de roca (Jasonica glutinosa) y la linaria de barranco (Linaria origanofolia ssp cadevallii). En pleno litoral, sobre la arena de playas poco transitadas por el hombre, encontramos representantes de comunidades arenícolas y de playa: como el lirio de mar (Pancratium maritimum), grama de playa (Agropirum juncum), el hinojo marino (Crithmum maritimum), el borrón (Ammophila arenaria), el panical marino (Eyngium maritimum) entre muchas otras. Las tierras de interior del dominio de la encina (Quercus ilex) y el viburno (Viburnum tinus) se caracterizan por que no reciben directamente la influencia marina. Aunque debemos remarcar que conservan un carácter meridional a causa del calor y la sequedad de la comarca, acentuada por un substrato calcáreo que seca el sol. Básicamente y a grandes rasgos, podemos ver que un territorio potencialmente dominado por la maquia y el encinar sobreviene a carrascas, matorrales y prados, a causa de la degradación sufrida principalmente por los numerosos incendios que se suceden año tras año.
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